Iba a esperar el Madrid, dispuesto a que el partido se convirtiera en un ejercicio de tranquilidad y también de máxima tensión pscicológica, confiado en sus galones y en el carácter decisivo de sus delanteros, especialmente Cristiano Ronaldo. Jugó al error mucho tiempo sin grandeza, demasiado especulativo y selectivo, y se equivocó para empezar en las dos áreas: no atinó a definir Bale después de interceptar un pase de Tiago y por el contrario concedió el gol en un carrusel de fallos a la salida de un córner: se enganchó Modric, Khedira perdió el salto con Godín y Casillas se quedó a media salida, sorprendentemente errático: 0-1.
Aunque malgastó un cambio de mala manera, el equipo de Simeone tomó más o menos el mando del partido por la presión de sus medios, superiores al duo Khedira-Modric, por más que el partido no rompiera a favor de ninguno de los dos finalistas, excesivamente acelerados e imprecisos, esclavos de la táctica, más pendiente en cualquier caso el Madrid del Atlético. El gol delató las dudas madridistas reflejadas en la alineación. No cuadró el once Ancelotti y por el contrario Gabi matuvo el orden en el Atlético con y sin Diego Costa. Tenían el partido los rojiblancos en su regazo, seguros con sus centrales y su portero, por más que no se rindiera el Madrid, que iba y venía sin parar, menos galáctico que nunca y, sin embargo, nada conformista, entregado a la furia del jabato Ramos. Nadie pudo impedir el salto excelso y heroico del central cuando el partido ya expiraba: 1-1.
El empate señaló entonces a Simeone. El Atlético llegó derrengado a la prórroga, sin poder tomar aire ni tener relevos, lastrado por el cambio inicial de Diego Costa, en manos del Madrid, que no perdonó ni una hasta alcanzar una goleada que le daba la Décima. La genética le pudo al momento de forma del Atlético dirigido por un líder religioso de nombre Simeone. Ha sido la Champions del coloso Ramos.
El empate señaló entonces a Simeone. El Atlético llegó derrengado a la prórroga, sin poder tomar aire ni tener relevos, lastrado por el cambio inicial de Diego Costa, en manos del Madrid, que no perdonó ni una hasta alcanzar una goleada que le daba la Décima. La genética le pudo al momento de forma del Atlético dirigido por un líder religioso de nombre Simeone. Ha sido la Champions del coloso Ramos.
sábado, 24 de mayo de 2014
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